


Sobre estos pasos recorridos surge la idea de reconocer a Asturias como capital mundial de la poesía, aunando así un cuarto de siglo de trayectoria en el que la cultura, las humanidades, la poesía y la creación han estado vinculadas al Principado de Asturias. Para que seamos ante el mundo una luminosa antorcha de imaginación, de la valentía, de unión, de amor por la belleza y la libertad. Un proyecto de esperanza, de alegría y de fraternidad.
Por todo ello, el proyecto no es fruto de la improvisación, sino que supone el siguiente paso después de 25 años uniendo Asturias y la figura de Jovellanos con las más relevantes y destacadas iniciativas culturales.
No estamos, por ello, ante un proyecto sin fundamento, sin sólidas raíces. Desde su puesta en marcha en 2013, al Premio Internacional de Poesía Jovellanos se han presentado más de 12.000 autores, y ha galardonado a poetas de diversos países. No existe un premio semejante en el mundo. No hay precedentes de algo igual ni en España, ni fuera de ella. Nadie lo ha hecho antes, suponemos que porque nadie se ha atrevido a hacerlo. Y es porque se dice y se cree, dentro y fuera, que la Poesía no es traducible, un gran tópico. Coincidimos con los que piensan que la buena Poesía es traducible a cualquier lengua, no así la mala. Lo demuestran los más bellos poemas, como el Padre Nuestro. La buena Poesía no conoce lenguas, ni fronteras ni nacionalidades.
Hay que hacer los caminos que otros no se atreven a emprender. Donde hay un sueño, hay un camino. No hay que ceder ante los miedos para que no venzan a los sueños. Hay que ver oportunidades donde otros solo ven muros e inconvenientes, hay que hacer nuevo el sol de cada día y de la vida una creación continua, como proclamó el gran Unamuno.
El impulsor de este gran proyecto subrayó estas ideas en un acto celebrado el 21 de marzo de 2019 en Oviedo, y dijo que su sueño era que, cada año, en esa fecha «los asturianos regalen a sus seres más queridos un libro de poesía, y que los niños escriban versos y los lean en sus casas y en las escuelas. Y así aprenderán a ser guías de esperanza, que es lo que son los poetas: guías de esperanza, sobre todo para aquellos que han renunciado a encontrarla».