Los investigadores revelan que el túmulo fue usado entre el 4000 y el 3500 antes de Cristo y que supuso «un gran esfuerzo de la comunidad»

El dolmen de La Cobertoria sigue narrando la historia de los primeros moradores de Salas. Así se desprende de las explicaciones de los arqueólogos en las cuartas jornadas de puertas abiertas. «Es el dolmen de gran interés para el conocimiento de las primeras sociedades agropecuarias asturianas», afirmó Fernando Rodríguez del Cueto, profesor asociado del área de Prehistoria de la Universidad de Oviedo.

Fue en la campaña de 2017 cuando descubrieron el vestíbulo que da acceso a la cámara funeraria. «Mide 1,80 metros y es uno de los más largos de Asturias hasta el momento», recordó el arqueólogo, Miguel Busto. Su estudio permite conocer cómo era la sociedad que lo generó y usó durante 500 años, pues se dataron tres fases constructivas entre el 4000 y el 3500 antes de Cristo.

«Vemos un gran esfuerzo de la comunidad. Nos habla de una sociedad cada vez más compleja», destacó Busto. Se documentaron restos de arcillas procedentes de una zona próxima a Mallecina, unos cien metros más abajo del lugar, que los moradores llevaron hasta allí en cestas. «Son toneladas y toneladas de arcilla. Consiguieron un acabado homogéneo. Querían crear un espacio especial. Buscaron colores y cuando recrecen el túmulo, recrecen con tierra negra», señaló Busto.

Pero más allá de su función como tumbas, estas estructuras marcaban territorio. «Son puntos para ver y ser vistos. Era una demarcación en el territorio», añadió Busto, instando a imaginar un paisaje sin el pinar que rodea el túmulo en la actualidad. «Este tipo de tumbas las utilizarían los clanes durante generaciones y generaciones. Se ligan al terreno. Son las primeras sociedades que practican la ganadería. Utilizan estos pastos porque ahí están sus antepasados», argumentó el especialista.

«Junto a la cámara están apareciendo las ofrendas funerarias que acompañaban a esas personas», desveló Rodríguez del Cueto. Se trata de una lámina completa de cuarzo, fragmentos de una segunda y una punta de flecha hecha en piedra.

Concluido el trabajo de campo, toca analizar en el laboratorio toda la información recopilada. «Se pueden analizar los pólenes y ver cómo era el entorno. Con las puntas de flecha o el cuchillo nos pueden ayudar a precisar alguna fecha. Queda mucho túmulo para responder preguntas», aseveró Busto. Las excavaciones se enmarcan en el Proyecto de la Cobertoria de la Fundación Valdés-Salas, bajo la dirección del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, Miguel Ángel de Blas Cortina.

El Comercio
BELÉN G. HIDALGOSALAS.