Joaquín Lorences (Bodenaya, Salas, 1952) es vicepresidente de la Fundación Valdés-Salas desde su creación, en 2009. El también catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Oviedo asegura que la labor de esta entidad pasa por acercar la cultura a la zona rural. Cree que sólo así estos territorios, y, por tanto, Asturias, se salvarán de un abismo anunciado.
–¿Cómo valora el trabajo de la Fundación Valdés-Salas?
–Después de siete años de intenso trabajo hemos comprobado que existe una gran demanda de actividades culturales y académicas de calidad en las zonas rurales de la región que, en general, no está satisfecha. Y aunque somos conscientes de que cubrir esta amplia demanda insatisfecha es imposible para una pequeña Fundación como la nuestra, este hecho nos legitima para, en la medida de nuestras posibilidades, actuar en dicha dirección.
–¿Por qué cree que esta entidad es necesaria?
–Creo que la Fundación hace una labor de un gran valor como agente dinamizador en este ámbito social, el rural, tan importante para el futuro de toda la región. Precisamente por lo que acabo de decir, aunque no solo por “lo que hacemos” sino también por “cómo lo hacemos”. Concretamente, me refiero, en primer lugar, a que se trata de una iniciativa de la sociedad civil que funciona basada en el más puro y genuino altruismo de todos sus patronos, empresarios y profesores de la Universidad de Oviedo, amén de otras muchas personas que, sin ser patronos, colaboran generosamente en el desarrollo de nuestros programas. Santiago Fernández y Joaquín Valdeón son dos ejemplos.
–¿El proyecto de la Fundación tiene el respaldo social esperado?
–Espero que se me entienda bien, pero nuestro gran problema en estos momentos es que podemos “fracasar de éxito”.
–¿Qué quiere decir?
–La labor desarrollada a lo largo de estos años ha generado en muchas personas e incluso instituciones, que en la mayoría de los casos son los agentes más dinámicos en su territorio, unas elevadas expectativas acerca de nuestra capacidad para hacer cosas relevantes, significativas y atractivas. Más concretamente, para muchos la Fundación y el Aula Valdés-Salas somos, por una parte, un foco de iniciativas creativas y novedosas que captan el interés de amplias capas de la población y, por otra, una fuente de prestigio que, por nuestra forma de hacer, es además próxima y accesible. De tal forma que cada vez son más y más los que vienen a nosotros a proponernos un sinfín de iniciativas y proyectos (publicación de libros, ciclos de conferencias, cursos, realización de exposiciones y financiación de actividades culturales de todo tipo). Por una parte, y aun cuando se dispusiese de recursos económicos para atenderlos, requieren de una gestión eficiente que sería muy complicada para nosotros. Por otra parte, se trata de actividades que, hasta cierto punto, serían susceptibles de ser desarrolladas por otras instituciones.
–¿Qué solución plantea?
–Hemos optado por centrar nuestras actividades en unas pocas líneas de trabajo en las que tenemos una clara ventaja por nuestra relación privilegiada con la Universidad de Oviedo –además de un claro reconocimiento social– y también por abandonar aquellas actividades que pueden organizar otros agentes.
–¿Qué proyectos tienen en marcha?
–Una parte de nuestra acción pasa por preservar el “patrimonio más frágil”, el que corre un riesgo comprobado de desaparición. Como universitarios creemos que el conocimiento es la mejor protección (solo se protege lo que se ama y solo se ama lo que se conoce). Confiamos en que estas actividades de la Fundación proporcionen experiencias útiles para replantear la conservación del patrimonio cultural. También se organizan seminarios y congresos internacionales dirigidos por el catedrático Jesús Menéndez Peláez y estamos creando una colección de biografías de empresas y empresarios asturianos que han tenido éxito en las zonas rurales de la región, dirigida por Joaquín Ocampo.
–¿Tiene Asturias suficiente programación cultural?
–A lo largo de los últimos años se ha difundido la imagen de Asturias como “Paraíso natural” olvidando que también es un “Paraíso cultural” de primer orden. Esta región es una de las pocas del mundo donde se pueden encontrar testimonios sobresalientes de las principales culturas humanas desde el hombre de Neandertal, como mínimo, pasando por todos los estadios del Paleolítico, Neolítico, Edad de los Metales, Edad Media… hasta la actualidad. El futuro de gran parte de este vasto patrimonio material e inmaterial está muy condicionado por el despoblamiento de las zonas rurales, donde radica la mayoría de sus componentes.
–¿Qué hace a este respecto la Fundación?
–Desde el primer momento ha desarrollado actividades de conservación y protección de algunos de estos elementos patrimoniales utilizando como herramienta principal la difusión del conocimiento de su existencia, significado y valor. La misa de gaita o el Camino de Santiago son dos ejemplos.

 

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