
OBJETIVOS
El presente documento se redacta a petición de la Fundación Valdés-Salas con el fin de mejorar el conocimiento del patrimonio arqueológico de la comarca salense relacionado con la actividad minera durante la Protohistoria y época romana, examinar su estado de conservación, valorar sus condiciones como recurso cultural y, en cada caso, estudiar su potencial conversión en producto didáctico susceptible de rentabilización turística.
La premisa esencial en esta tarea es que sólo puede alcanzarse divulgación de calidad cuando ésta se desarrolla a partir de un discurso original, riguroso y científicamente aceptado. Por este motivo, las propuestas contenidas en este borrador de proyecto convergen necesariamente en una misma empresa: la creación de conocimiento. Si este objetivo se logra, la rentabilización patrimonial del trabajo realizado tendrá una parte sustancial de su camino andado pues el interés de la ciudadanía por todo aquello que tiene que ver con su historia, con su identidad, con su origen como comunidad, es un fenómeno en alza. Si se garantizan contenidos rigurosos, novedades ajenas a tópicos y lugares comunes, sólo resta diseñar instrumentos de difusión apropiados para procurar la visibilidad y consiguiente promoción de unos bienes que mantiene una indiscutible monumentalidad proyectada en un medio natural de calidad, por lo general, sobresaliente.
EL TERRITORIO DE ESTUDIO
La temática de referencia, la minería protohistórica y antigua, y su expresión arqueológica en Asturias posee un inventario amplísimo de registros, especialmente denso en el área geográfica que comprende la cuenca hidrográfica del río Narcea. Sin embargo, las estaciones arqueológicas que han sido objeto de estudios monográficos representan tan sólo una pequeña fracción del conjunto aunque, también es cierto, la documentación producida en torno a ellas es ciertamente notable. Su dispersión o, para ser más precisos, su concentración se extiende sobre un espacio físico que puede ser delimitado en unidades orográficas bien reconocibles y cuya traza determina un perímetro bien definido en el que el curso fluvial se consolida como eje paisajístico de referencia.

Estas circunstancias permiten proponer un marco territorial de estudio homogéneo y nuclear, en el que se reúnen conjuntos patrimoniales con un concurrido historial de investigaciones (y consiguiente corpus documental) vinculados con otros elementos inéditos pero con sobresalientes expectativas como instrumentos de conocimiento histórico-arqueológico.
De forma grosera, los límites del area de implantación del proyecto, que se extienden por los concejos de Salas y Belmonte de Miranda, estarían comprendidos entre La Espina (turbera de La Molina) y la línea de cumbres de la Sierra de Bodenaya al Norte, el valle de Paraxas-La Braña y vertiente meridional de la Sierra de las Traviesas al Este con vértice en la desembocadura del río Pigüeña en el Narcea, la Sierra de Bixega y el valle del río Cauxa como límites hacia el Sur y los cordales de El Faedal-Arbodas y de Idarga por el Oeste.
EL PERIODO DE ESTUDIO: TIEMPO Y CULTURA
El auge de la actividad minera que se conoció en la Asturia trasmontana durante los primeros siglos de la era debe su impulso a la iniciativa estatal romana si bien favorecida para su temprana puesta en marcha por el conocimiento que las comunidades indígenas poseían de sus recursos y de los procedimientos para su beneficio durante la Edad del Hierro. Los datos arqueológicos confirman la continuidad espacial de esta actividad como reflejo de la inmediata integración de la población local, portadora de un bagaje tecnológico secular, en el sistema productivo imperial. La conjunción de mano de obra experimentada en el trabajo de las minas con yacimientos de gran riqueza explotados desde siglos atrás justificaría, en el caso de las minas del valle del Narcea, el inmediato beneficio imperial que habría de extenderse posteriormente a las cuencas auríferas del occidente de la región.
En general, los investigadores que han tratado el comienzo de la actividad minera romana en Asturias coincidían en considerarla consecuencia de un proceso integrador que sólo a partir de época flavia alcanzaría en esta región las condiciones idóneas para su desarrollo como actividad industrial a gran escala. Sin embargo, los estudios más recientes con apoyo en dataciones radiométricas y dendrocronológicas obtenidas en las minas de la Sierra de Bixega, en Belmonte de Miranda, han permitido revisar esas estimaciones adelantando notablemente un inicio que podría haberse producido ya bajo el reinado de Augusto lo que implicaría una significativa aproximación al relato de Floro del que puede deducirse que «inmediatamente después de la pacificación o, mejor aún, del sometimiento militar, de los pueblos septentrionales -cántabros, astures y galaicos-, Augusto ordenó que se explotasen las minas de oro de Asturia y Gallaecia, siendo empleados en estos trabajos los propios habitantes del territorio». De tal circunstancia también parece concluirse que Roma tenía conocimiento cierto de las importantes reservas auríferas trasmontanas y de la capacidad técnica de sus gentes cuando, aún sin finalizar el sometimiento de la región, el propio Augusto promueve en el año 23 a.C. la reforma que habría de establecer el oro y la plata como patrón monetario. Tal medida sería incomprensible sin conocer el potencial minero de las montañas del occidente astur y en un contexto general marcado por los cambios que caracterizaron el fin de la República y el nacimiento del Imperio.
Tras la conquista la delimitación de las circunscripciones administrativas con sus correspondientes cargas fiscales se llevó a cabo con premura tal y como revela el Edicto de Augusto (15 a.C.), donde se constata la diligencia de los agrimensores imperiales en la valoración de los recursos y consiguiente aplicación de cargas impositivas apenas finalizada la contienda. Es probable que la tributación con metal, o en su defecto como servicios personales en el laboreo minero, pudiera formar parte de las prestaciones de la civitas. Por consiguiente, la mano de obra hubo de ser, principalmente, población local, gentes castreñas que desempeñarían su trabajo como aportación al pago de las cargas establecidas por la administración romana sobre cada civitas.
Todo indica que estas labores se realizaron, al menos durante una buena parte del siglo I, bajo un estricto control militar cuya presencia, segmentada en pequeñas unidades, se distribuye entre el centro político‐administrativo de la civitas, y fortificaciones menores establecidas sobre antiguos asentamientos castreños o castella como los mencionados en las inscripciones funerarias de Flavs Cabarco, en Ablaneda, y Bodocena, en Villaverde (Belmonte de Miranda).
Cabe la posibilidad que en determinados poblados, relevantes por su proximidad a las minas (¿Pena Aguda?) o por su localización en nudos esenciales en las comunicaciones de la región (¿Alava?) pudiesen haberse consolidado como officinae metallorum, establecimientos de rango secundario desde los que se ejercería de forma efectiva el control técnico, la supervisión administrativa de las zonas mineras y la recepción del oro producido en las explotaciones del entorno.
En definitiva, durante el primer siglo de la era el poblamiento castreño y la minería aurífera se muestran como fenómenos indisociables, resultado ambos del empeño estatal por garantizar el abastecimiento regular del fisco. Roma propició, manu militari durante las primeras décadas y con el apoyo de las aristocracias locales después, la perduración del castro si bien integrado ahora en un organigrama territorial jerarquizado en el marco singular de la administración provincial del noroeste hispano. Cuando este apoyo decline a fines del siglo II las minas y los castros de occidente de Asturias conocerán su ocaso definitivo.

Conjunto minero de El Valle-Boinás. Se indican los principales frentes mineros de época antigua, en buena medida coincidentes con los actuales, y la posición del castro de Pena Aguda (flecha roja).
UN PUNTO DE PARTIDA: EL INVENTARIO ARQUEOLÓGICO
El repertorio de estaciones arqueológicas y lugares donde se hayan identificado evidencias arqueológicas de interés para el tema y la cronología marco del proyecto es limitado en la tipología de los elementos reconocidos aunque extensa en casos. Se trata, esencialmente, de labores mineras, entendidas éstas tanto como zonas de explotación como todas aquellas infraestructuras auxiliares relacionadas con la actividad extractiva (diques, depósitos, canales, etc.), y asentamientos fortificados, de presumible fundación durante la Edad del Hierro, cuya habitación se prolongó durante el primer o primeros siglos de la era. Se añaden además dos testimonios epigráficos de extraordinaria importancia cuya localización viene a señalar los dos núcleos principales de estudio: el eje Godán Ablaneda Carlés, en el concejo de Salas, y la Sierra de Bixega, en el concejo de Belmonte de Miranda.
Concejo de Salas
1. Depósito minero de Las Muelles y
turbera de La Molina
2. Canalizaciones mineras de Los
Remoleiros
3. Canalizaciones de Pena Furada o La
Bouga
4. Explotación minera de Godán
5. Explotación minera de Ablaneda
6. Explotación minera de Carlés
7. Castro Peña del Culladón, Soto de los
Infantes
8. El Castro de Alava
9. Estela funeraria Flavs Cabarco
Concejo de Belmonte
10. Explotaciones mineras de La Fenosa
y El Regueirón
11. Labores mineras de El Pevidal
12. Labores mineras de La Brueba
13. Labores mineras de Millara
14. Labores mineras de Antoñana
15. Labores mineras de Villaverde
16. Labores mineras de El Pontigo
17. Labores mineras de Santa Marina
18. Labores mineras de El Valle
19. Labores mineras de Boinás
20. Labores mineras del río Caúxa
21. Depósito de El Alto de la Cueva
22. El Pico de El Castro, Leiguarda
23. Castro de Pena Aguda, Boinás
24. Posible asentamiento de Antoñana
25. Estación metalúrgica de Las
Escorias, Las Caolinas
26. Estela funeraria de Bodocena

REVISANDO LO ESCRITO. RASTREO DOCUMENTAL
En el tiempo transcurrido desde la publicación de la obra monumental «Asturias», editada por Fermín y Canella en los albores del siglo XX, las referencias bibliográficas de interés para nuestro proyecto se cuentan por decenas. Los estudios monográficos sobre Prehistoria y minería antigua, las referencias a hallazgos materiales, los datos obtenidos en recientes prospecciones paeloambientales o los informes relativos a las prospecciones auríferas contemporáneas componen un corpus documental cuya revisión y tratamiento conjunto debe contemplarse como tarea previa más que recomendable. De hecho, la elaboración de un índice de documentos y publicaciones vinculados con la materia podría considerarse como primer objetivo del proyecto y su edición crítica un logro de conquista asequible.
Un aspecto singular en el rastreo de información dispersa sobre el área de trabajo es el que debería realizarse en los fondos del Museo Arqueológico de Asturias donde, amén de las notables piezas integradas en su exposición permanente, cabe sospechar la existencia de elementos diversos de procedencia no rastreada y que permanecen inéditos.
OTRAS PROPUESTAS. INTERVENCIONES DE CAMPO
Como ya se ha dicho, dos son los aspectos esenciales que permiten caracterizar el periodo que nos ocupa: la actividad minera y el poblamiento asociado, ambos comprendidos en coordenadas temporales que, no obstante, vienen deducidas a partir de indicios arqueológicos de solvencia desigual.
Como norma general, el conocimiento arqueológico de los asentamientos en la antigüedad, al menos en lo referido a su cultura material, se muestra mucho más asequible que la profundización en las estrategias productivas aplicadas sobre su territorio de implantación. El escenario preciso y de límites bien reconocibles en el que se concentraron las actividades relacionadas con el primero ofrece opciones de intervención asequibles para actuaciones arqueológicas convencionales en las que, con la aplicación de medios tradicionales y no especialmente onerosos, se pueden obtener resultados satisfactorios con los que responder de manera genérica a los interrogantes de partida: ¿quién, qué, cuándo, cómo y por qué?
No ocurre lo mismo con el segundo aspecto, el relativo a las actividades que tienen como escenario del campo abierto y como objetivo la provisión de recursos, materias primas y alimentos a la comunidad. En este ámbito resultan imprescindibles técnicas e instrumentos altamente cualificados que exceden con mucho el ámbito ya de por sí multidisciplinar del trabajo arqueológico moderno. Procedimientos complejos y costosos que han de aplicarse a gran escala y cuyos resultados no siempre resultan concluyentes.

Los estudios geológicos de ámbito regional con aplicación arqueológica son privativos de proyectos industriales, excepcionalmente vinculados con la investigación histórica
Sin embargo, en el caso que nos ocupa, circunstancias excepcionales han favorecido el incremento exponencial de información, y también de conocimiento, en un campo económico clave para entender la sociedad de la época como fue la minería del oro y que resultaría inabordable con los procedimientos comunes y más asequibles en el quehacer arqueológico. La intensa exploración geológica que estos territorios conoció durante el siglo XX se ha visto multiplicada en las últimas décadas con la reactivación del beneficio aurífero. El inmenso caudal informativo así generado ha sido felizmente rentabilizado en su faceta arqueológica propiciando un incremento notable del registro que se ha traducido en un cambio un cambio sustancial de la lectura histórica del fenómeno minero durante el fin de la Prehistoria y más temprana Antigüedad.
La paradoja es que, precisamente los elementos verosímilmente más rentables, los poblados coetáneos de las minas, espacios en los que la relación recursos resultados se anuncia más propicia, apenas ha sido explorados en superficie y nunca sondeados arqueológicamente.
Por este motivo, el contexto se muestra extremadamente favorable para que, con una modesta aportación de recursos, puedan plantearse objetivos muy precisos, de ejecución factible en un plazo temporal limitado y, a pesar de ello, con un alto potencial científico.
En consecuencia, se propone la exploración arqueológica, con realización de prospección geofísica y posterior apertura de sondeos, de tres yacimientos singulares: los castros de Pena Aguda en Boinás, El Castro de Alava y La Pena del Culladón en Soto de los Infantes.
El castro de Pena Aguda, Boinás


El progreso en el conocimiento del mundo castreño en Asturias ha permitido constatar la prolongada secuencia de ocupación de nuestros asentamientos fortificados. Se ha descartado así la pretendida fundación romana de estos poblados al tiempo que se ha encontrado plena justificación a su postrero y fugaz florecimiento durante las primeras décadas del Imperio. Algo similar ha ocurrido con el reconocimiento de prácticas de minería compleja en tiempos previos a la Conquista. El conjunto minero de Boinás ha sido clave en este avance con el descubrimiento de galerías entibadas que se encontraban en explotación durante la Edad del Hierro.
El castro de Pena Aguda se alza en el centro de ese gran complejo minero que, al menos, durante tres siglos conoció labores de extracción. La cuestión es conocer si este poblado, fortificado con fosos y cerca, fue contemporáneo de las explotaciones, si en él se asentaba la población minera en época romana y si sus habitantes practicaron la metalúrgica con los metales preciosos obtenidos en la zona.
El castro de Alava


La fundación de este poblado debe remontarse a las etapas postreras de la Edad del Bronce regional de acuerdo con los materiales allí descubiertos y en consonancia con lo sucedido en otros asentamientos castreños con registros similares. El interés de su estudio, en el que la diacronía de su habitación es relevante, reside en el marco de este proyecto en su localización geográfica. Localizado sobre el cauce del río Narcea en su confluencia con el río Pigüeña, la posición de este castro permite sospechar un papel relevante en la articulación del poblamiento protohistórico y dinámica de intercambios supracomunitarios. No en balde, desde el estuario del río Nalón, hasta su ubicación, el cauce fluvial está jalonado de establecimientos fortificados con secuencia de ocupación igualmente prolongada y hallazgos ciertamente destacados en el registro arqueológico de Asturias (El Castillo, en Soto del Barco y Doña Palla, en Peñaullán o La Doriga).
El castro de La Pena del Culladón
El poblado se alza sobre la cumbre de pico que domina la vega de Soto de los Infantes. A diferencia de los asentamientos anteriores, su fundación en posición arriscada no parece responder a los condicionantes que justificaron los establecimientos castreños antes tratados. Sabemos por lo descubierto en otras áreas de Asturias que a mediados del primer milenio antes de Cristo acontecimientos imprecisos, tal vez relacionados con el incremento de la población, el endurecimiento de las condiciones de vida que apuntan ciertos cambios climáticos, modificaron los patrones de selección de emplazamientos castreños de nueva fundación ¿pudo ocurrir algo similar en este lugar? ¿Corresponden los restos de la poderosa muralla que delimitaba el recinto a tiempos antiguos o fue ésta elevada en periodos más recientes? ¿Podría tratarse de un castellum romano como el que se menciona en la inscripción de Ablaneda?

ACCIONES COMPLEMENTARIAS
La minería de Salas-Belmonte en el Museo Arqueológico de Asturias
La riqueza arqueológica del patrimonio minero del área de estudio posee en la exposición permanente del Museo Arqueológico de Asturias un referente público y relevante. El protagonismo de estos bienes en el discurso museográfico (entibados mineros de Boinás, estela funeraria de Flavs, dolabrae de Carlés o el áureo de Vespasiano procedente de Pravia) ofrece inmejorables condiciones para dar visibilidad inmediata al proyecto y, en consecuencia, al territorio de influencia.

Museo Arqueológico de Asturias. Sala dedicada a la minería antigua del oro en la que tienen especial protagonismo piezas procedentes de los concejos de Salas y Belmonte de Miranda.
Por consiguiente, parece razonable procurar que una escenografía tan singular pueda vincularse, desde su misma puesta en marcha, con el proyecto y, muy especialmente, con su institución promotora, la Fundación Valdés-Salas. A tal fin debería fomentarse la visita periódica y el uso ocasional de este espacio como motivo o, según los casos, telón de fondo para la celebración de actos y visitas. Actividades todas ellas que podrían resultar de particular interés también para el propio Museo Arqueológico de Asturias, con el cual deberían estudiarse formas de colaboración o convenio.
Diseño de marca y proyección social
De aceptarse la puesta en marcha de un programa de actividades como las que aquí se contemplan, debería estudiarse la creación de una marca y correspondientes aplicaciones para su reconocimiento social en los soportes que la Fundación Valdés-Salas estime oportunos. De hecho, en este documento se aporta una primera idea acerca de la denominación general del proyecto por su singularidad e identificación inequívoca con Salas y su territorio.
PLANIFICACIÓN / CRONOGRAMA
Se propone una programación de actividades a desarrollar en el plazo de cuatro años.
Tal y como se ha descrito, en este tiempo se acometerían las siguientes tareas:
1. Compilación documental
2. Evaluación preliminar de recursos. Propuestas iniciales de valorización
3. Campaña arqueológica en el castro de Pena Aguda
4. Campaña arqueológica en el castro de Alava
5. Campaña arqueológica en el castro de La Pena de Culladón
6. Redacción de memoria y publicación de resultados
7. Evaluación definitiva de recursos y propuesta de promoción de lugares
arqueológicos
8. Redacción de la Memoria Final

INSTITUCIONES CIENTÍFICAS. RECURSOS TÉCNICOS Y HUMANOS
Dirección científica
El proyecto contará con la dirección científica de investigadores acreditados por su experiencia en el ámbito de la Arqueología Prehistórica y de la Antigüedad en Asturias. El Dr. Miguel Ángel de Blas Cortina, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y el Dr. Ángel Villa Valdés, arqueólogo del Museo Arqueológico de Asturias. Ambos estudiosos son, además, Miembros de Número del Real Instituto de Estudios Asturianos.
Colaboraciones
La puesta en práctica de las actividades descritas hasta su satisfactorio cumplimiento requiere de la participación de un equipo no muy amplio de profesionales si bien es deseable que éstos posean experiencia acreditada en trabajos de prospección, excavación y estudio de las materias centrales del proyecto. Especial relevancia debe otorgarse al registro geo topográfico de las actividades realizadas y su correspondiente expresión planimétrica. Asimismo, será preciso contar con la colaboración de laboratorios experimentados en los registros objeto de análisis, conservación y restauración.
De partida, son varias las instituciones e investigadores que han mostrado su disposición a participar en las actividades propuestas en este documento. Se trata de especialistas de reconocido prestigio en Europa con proyectos en curso directamente vinculados con la materia de estudio que nutre el Proyecto Beriso. Su colaboración habrá de aportar recursos altamente especializados e implementará sustancialmente la proyección e impacto de los resultados obtenidos.
Universidad de Marburgo (Alemania)
El proyecto contará con la colaboración del Dr. Felix Teichner y su equipo del Departemento de Prehistoria y Protohistoria (Vorgeschichtliches Seminar) de la Universidad de Marburgo (Alemania). Desde hace algun tiempo este Departamento desarrolla varios proyectos arqueológicos en el norte de la Península Ibérica. Bajo su dirección se han realizado prospecciones geofísicas en yacimentos prehistoricos y romanos de la fachada atlántica (El Alloru, Sierra Plana de la Borbolla, Iuliobriga, etc.) y de la meseta norte (Monte Bernorio, La Olmeda, etc.), y, ocasionalmente, seguidas de excavaciones como en la ciudad romana de Iuliobriga. Por este motivo, el Dr. Teichenr y su equipo han mostrado el mayores interés en profundizar en la cooperación con la investigacion española e impulsar hacia ella a sus jóvenes estudiantes.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Proyecto CORUS HAR2015-64632-P)
A través del Instituto de Historia, el CSIC, viene desarrollando durante la última década trabajos de investigación en el ámbito de la minería antigua en el noroeste peninsular. El proyecto CORUS, aprobado en la última convocatoria nacional del Ministerio de Economía y Competitividad en su Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, prolonga, bajo la dirección de la Dra. Inés Sastre Prats, esta línea de investigación con el objetivo principal de caracterizar las diversas formas del imperialismo romano y los procesos de cambio impuestos sobre poblaciones y territorios. La hipótesis de partida supone que Roma puso en marcha sus mecanismos de control en estas regiones con anterioridad a la conquista militar efectiva del territorio. Un temprano control que implicó la disolución de las formas de organización social de la Edad del Hierro y el inicio de un nuevo proceso histórico en el que la sumisión efectiva de tierras y poblaciones a partir de Augusto, favoreció la explotación sistemática de los recursos agrarios y mineros. Se apoya esta propuesta en la trayectoria acreditada del grupo de investigación Estructura Social y Territorio, Arqueología del Paisaje y sus colaboradores, entre los que se cuenta, precisamente, el redactor del Proyecto Beriso.
La coordinación de las iniciativas incluidas en uno y otro proyecto habrá de facilitar el acceso a medios técnicos avanzados, favorecer la realización de publicaciones científicas y amplificar notablemente la difusión de resultados.
Información adicional sobre Proyecto BERISO
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