La construcción prehistórica marca el sedentarismo de la sociedad de la época y funcionaba como indicador territorial

Los trabajos arqueológicos desarrollados en el dolmen de La Cobertoria, en Salas, desde 2016 están permitiendo aproximarse a la sociedad que habitó la zona entre el año 4000 antes de Cristo y 3500, 500 años de historia en el que los arqueólogos han podido ver el gran esfuerzo desarrollado por la comunidad humana que habitaba la zona en la época para la construcción de la necrópolis y, por lo tanto, pueden hablar de que se trataba de una sociedad cada vez más compleja.

Miguel Busto explica los restos del dolmen de La Cobertoria. D. Á.

Llegar al hecho que provocó la construcción de esta estructura monumental, formada por una cámara funeraria de cinco metros cuadrados, la más grande hasta ahora de Asturias, precedida de un vestíbulo, también el más largo, con 1,8 metros de largo, será prácticamente imposible, pero lo que sí han podido saber los expertos es que la tumba se utilizaría por generaciones y generaciones. «Era la forma que tenían de ligarse al territorio, de relacionarse con el entorno; son las primeras sociedades que ya practican la ganadería y en las tumbas encontraban una forma de decir que podían utilizar esos pastos porque allí estaban enterrados sus antepasados», explica el arqueólogo Miguel Busto.

Aparte de tumbas, estas estructuras prehistóricas cumplían la función de ser indicadores territoriales, por ello siempre aparecen ubicadas en lugares con gran predominio visual y a la vez que pudieran ser detectadas desde distintos lugares. «Eran una especie de guía», matiza el arqueólogo.

En el caso de este yacimiento, los trabajos han revelado tres fases diferentes de construcción. La más antigua es la que lleva al año 4000 a. C., en el que se data un túmulo de piedras, le sigue, en el 3700 a. C., la construcción de un túmulo de arcillas que envuelve a las piedras iniciales y, finalmente, la última fase sería en la que se crearía la cámara con el vestíbulo, que sería en el 3500 a. C.

Un dato curioso de la construcción lo aporta la segunda fase. Las arcillas con las que se creó el túmulo que envolvía a las piedras iniciales fueron transportadas desde 100 metros por debajo de la cota en la que se encuentra el yacimiento, es decir, de una zona cercana al actual pueblo de Mallecina. «Se trata de toneladas y toneladas de arcilla acarreadas en cestas para crear un acabado homogéneo, lo que nos habla de un esfuerzo monumental para estas sociedades, querían crear aquí un espacio especial», asevera Miguel Busto.

En esta campaña arqueológica, que se dará por finalizada mañana, se han ampliado las zonas de sondeo de años anteriores y han aparecido restos de las ofrendas que acompañaban a las personas que allí se enterraban. El pasado año se encontró una hoja de cuchillo de cuarzo a la que este año se han sumado los fragmentos de otra y una pequeña punta de flecha hecha en piedra.

Los trabajos de investigación de este yacimiento continuarán a partir de ahora en el laboratorio, analizando las muestras recogidas durante las semanas de excavación y de trabajo sobre el terreno que se ha llevado cabo en este mes de julio. Fernando Rodríguez del Cueto, arqueólogo y profesor de la Universidad de Oviedo, desconoce si las excavaciones podrán continuar en próximos años.

Fuente: LNE |  mallecina (salas), d. álvarez 25.07.2019 | 01:09