Joaquín Lorences Presidente de la Fundación Valdés Salas y director del Aula de Extensión Universitaria Valdés Salas
Joaquín Ocampo Patrono de honor de la Fundación Valdés Salas

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Plácido Arango fue un arquetipo empresarial poco usual por encarnar valores más propios del humanismo renacentista.

Su proverbial discreción y sobriedad formaban parte de una biografía que partía del reconocimiento de las raíces. Como dijera Jovellanos, «más importante que llegar es no olvidar de dónde se parte». Tras una vida de trabajo y esfuerzo, consolidados sus negocios, Plácido Arango se retiró y el arte, la cultura, el mecenazgo, comenzaron a llenar su vida y a facilitar la de los demás.

Nació en Tampico (México, 1931). Economista y empresario es doctor en Ciencias Económicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, hijo de un emigrante asturiano, Jerónimo Arango Díaz, que marchó primero a Cuba y más tarde a México, quiso regresar a sus orígenes y vive en nuestro país desde 1965. Así pues, sus orígenes familiares, como el de tantos otros emprendedores asturianos se remonta a la emigración ultramarina asturiana de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Nada mejor que recordarlo con sus propias palabras:

«…Una emigración para sobrevivir. Mi padre nace en una aldea asturiana, Salas, en una familia de labranza que tenía suficiente para vivir, pero donde no había progreso. Y tiene un tío en América empleado en un almacén general en Tampico, en el golfo de México, un lugar que prosperaba mucho gracias al hallazgo de petróleo. Él convence a su hermana y a mi padre de que el futuro está allá. Emigra con 14 años y el bachillerato hecho, que le había proporcionado en Oviedo otro tío, canónigo. En México se casa con otra hija de asturianos y tienen cinco hijos…»

«Mi padre, con 24 años, abre un comercio de hilados y tejidos, y al poco tiempo nos vamos al D. F.

[México Distrito Federal], donde monta una cadenita de tiendas, y allí ve la oportunidad de comprar una fábrica textil. Y la guerra, pese a que fue una desgracia, originó tanta demanda que llegó a ser la industria textil más importante de México. Pero no creo que el ser emprendedor sea una cuestión genética, sino una formación: en mi casa no se hablaba de otra cosa que de la tienda: y además, te queda la infraestructura. Empezamos con él, pero pronto nos independizamos y montamos el primer hipermercado del país, Aurrerá. De todos modos, yo no soy, digamos, un empresario de raza como él era: yo no vivo sólo para la empresa, disfruto con muchas otras cosas…»

Aunque la trayectoria vital de Plácido sea conocida y goce de unanimidad en su reconocimiento social, nos gustaría recordar y destacar los siguientes aspectos:

1º: Su biografía personal y empresarial prueba que ni los orígenes familiares, ni el lugar de nacimiento, ni la condición de emigrante, constituyen restricción alguna para el emprendimiento. Tampoco la cualificación académica es condición necesaria o prerrequisito para el «éxito» y supervivencia empresarial. Posiblemente de sus padres aprendió que hay otras fuerzas más poderosas para guiar la vida profesional: la inteligencia natural para captar las oportunidades de negocio, la honradez, una ética casi calvinista del trabajo, la constancia, la reinversión sistemática, el sacrificio, el reclutamiento familiar como medio de asegurar la continuidad, lealtad a un proyecto y pasión por el trabajo bien hecho.

2º: Como empresario, Plácido Arango encarna lo que el profesor William Baumol, describe como modelo de empresario productivo, esto es, aquel que desarrolla actividades que benefician a toda la sociedad y en las que rentabilidad pública y privada se equilibran.

Ha de recordarse el hecho de que en los años 60, sus empresas de hostelería/servicios introdujeron en España un modelo innovador de negocio hasta entonces desconocido, y que venía a remover las fórmulas tradiciones de gestión en un sector en el que consumo, ocio y sociabilidad se superponen. Esa novedad, que aún hoy se mantiene, ha sido ampliamente imitada y reproducida. De forma añadida, cabe subrayar el riesgo de introducir tal novedad empresarial en unos años en que España comenzaba a salir de su aislamiento económico internacional, y en que la mejora en los niveles de renta permitía el acceso de la población a pautas de consumo hasta entonces minoritarias.

Tal fue el escenario de partida de su carrera empresarial española. El germen del Grupo Vips fue el Grupo Sigla S.A., que marcó un nuevo concepto de restaurantecafeteríatienda en 1965. Cuatro años más tarde abrió sus puertas el primer Vips. La empresa llegó a contar con más de 300 establecimientos y 12.000 empleados en nómina en España, algunas de cuyas marcas fueron: Gino’s, The Wok, Vips, Tío Pepe, TGI Friday’s, las cafeterías Starbucks, y los restaurantes Iroco, El Bodegón, Teatriz, Lucca, Tattaglia, Rugantino, Paparazzi, Mood y Root.

3º: En sus empresas concurre además una singularidad con la que se rinde tributo a las dificultades que presidieron la vida de los emigrantes asturianos en América y, particularmente a su familia.

Plácido Arango lo ha explicado así: «…Siento una simpatía y una identificación total hacia los emigrantes que vienen a España: en la empresa empleamos a un 50% de emigrantes. Pero son épocas muy distintas: hoy tienen menos oportunidades, aunque están más protegidos».

Por lo mismo, en 2001, firmaba con Cruz Roja Española un convenio para facilitar la integración laboral de los inmigrantes. Hasta 2010 contratará a 400 marroquíes al año en virtud de un acuerdo con el país vecino.

4º: Plácido Arango engrandeció su figura de empresario creativo con el mecenazgo artístico y cultural.

Un mecenazgo traducido en reiteradas donaciones de obras de arte que, más allá de su eco mediático –del que siempre ha huido la proverbial discreción del empresario , se han traducido, y es lo que importa resaltar, en la posibilidad de poner a disposición de la sociedad una parte del patrimonio cultural generalmente confinado a la privacidad de las colecciones privadas. Es decir, en forma de retornos, Plácido Arango ha tratado de saldar su deuda moral con la misma sociedad que ha hecho posible la expansión de sus empresas.

Prueba de su compromiso con la cultura, es su presencia en diversas y prestigiosas instituciones: fue, desde 1986 vocal del Real Patronato del Museo del Prado, y presidente del mismo desde 2007 hasta 2012, fecha en la que pasa a ser patrono de honor. Fue presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, entre 1987 y 1996, uno de los períodos más fecundos de esta venerable institución. Ha sido vocal de la Fundación BBVA, del Patronato de la Biblioteca Nacional, del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, de la Tufts University, de la Fundación Amigos del Museo del Prado… Es igualmente miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Su esfuerzo por exponer, conservar o ampliar el patrimonio artístico y cultural español y asturiano, ha sido reconocido públicamente mediante la concesión de las grandes cruces de Isabel la Católica y del Mérito Civil, de la medalla de oro a las Bellas Artes, y con el Premio Juan Lladó de mecenazgo cultural y del Spanish Institute de Nueva York. Es igualmente hijo adoptivo de Asturias.

La prueba más concluyente de su filantropía, son las reiteradas donaciones de obras de su colección particular a diversos museos. En 1991, cedía al Museo del Prado los 80 grabados de la primera edición de los «Caprichos» de Goya. Este gesto volvería a repetirse en 2015; en esta ocasión la donación abarcaba un conjunto de 25 obras: 21 pinturas antiguas (Zurbarán, Pedro de Campaña, Valdés Leal, Luis de Morales, Corrado Giaquinto o Herrera el Mozo…) y cuatro litografías de Goya. En otras ocasiones su apoyo económico e intermediación serán decisivos para la conservación del patrimonio artístico, como fue caso de la restauración de las «Meninas» o la compra del «Retrato de la marquesa de Santa Cruz», de Goya. En todas sus iniciativas, Plácido Arango ha puesto como condición la discreción: exigió que el Museo no hiciese acto de reconocimiento público por su donación ni que inscribiese su nombre en ninguna sala.

En fechas recientes –enero de 2017–, Plácido Arango donaba al Museo de Bellas de Asturias Artes un conjunto de 29 obras fechadas entre 1485 y 1992. Entre las mismas destaca la presencia de un retablo del siglo XV, así como obras de Francisco de Zurbarán, Juan van der Hamen, Juan de Valdés Leal, Pérez Villaamil, además de otras de factura contemporánea (Antoni Tàpies, Equipo Crónica). La Junta de Gobierno del Museo señalaría al respecto:

«Es un regalo caído del cielo. Desde 2011 no podemos adquirir obra, pero aunque hubiéramos podido salir al mercado, no habríamos podido adquirir obras de este nivel».

Como prueba de reconocimiento, la Junta nombrará al empresario Patrono de honor del museo.

En síntesis, Plácido Arango constituye un arquetipo empresarial poco usual por encarnar valores más propios del humanismo renacentista o de la Ilustración que de los tiempos actuales. Para la Fundación Valdés Salas, de la que fue Patrono Fundador en 2009, junto con otros empresarios y universitarios asturianos, su recuerdo será fuente de inspiración permanente por haber sabido conjugar lucidamente la actividad emprendedora y empresarial con una sensibilidad humana exquisita y una generosidad inteligente admirables.

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