Sanchón levanta el arado con una sola mano

Lugar: Sama de Grado / Sama (Grado / Grau).
Narrador: Manuel López Alvarez, «Sanchón», 89 años.
Grabación: J. S. L. (2006)

Esto contómelo mi padre, pero el que lo feixo fue mi buelo, Sanchón. Vieno un día a buscarlo la guardia civil y taba arando en La Canguesa.

—¡Buenas, paisano!

—Buenas.

Dicen:

—¿Haría usté el favor de decirnos dónde vive Sanchón?

Garró el llabiego po’la manguera de atrás, levantólo así y dice:

—¡Allí!

Entóis la guardia civil marchó como un tiro. Dicen:

—¡Me cago en tal! ¡Este paisano si nos garra nos tira al río!

Y decía-ys él:

—¡Me cago en mi alma prieta de barro!, ¡Non tenéis los cojones de Sanchón!

Resumen / Summary

El narrador relata una historia familiar sobre su abuelo «Sanchón». En cierta ocasión vino la guardia civil a buscar a su abuelo, que se encontraba labrando la tierra en una finca propiedad de la familia. Sin conocerle, se dirigen a él para preguntarle donde vive «Sanchón». El abuelo coge el arado por la punta y lo levanta para señalar la casa donde vive. Atemorizados por tal demostración de fuerza, los guardias civiles se marchan sin hacer más averiguaciones.

The narrator recounts a family story about his grandfather, “Sanchón.” One day, the Civil Guard came looking for his grandfather while he was plowing the land on the family’s estate. Not knowing him, they approached him to ask where Sanchón lived. The grandfather picked up the plow by its tip and lifted it to point to his house. Intimidated by this display of strength, the Civil Guard left without making further inquiries.

Comentario

El motivo del hombre forzudo que levanta el arado para señalar un lugar ha sido definido en Motif-Index of Folk-literature (1958) bajo el epígrafe: Strong man lifts plow [Hombre fuerte levanta arado]. Por lo que respecta a la tradición española, la más antigua versión de esta leyenda es una anécdota narrada por Luis Zapata en su obra Miscelánea (1592), cuando aún estaba reciente la memoria de su protagonista, el militar Alonso de Céspedes (1518-1569), apodado «el Bravo» por su fortaleza física: «Pienso que Céspedes fue el que tuvo en nuestros tiempos mayor fuerza. Y entre otras grandes pruebas que hizo, dicen que meneaba doce hombres con una mano, puestos contra él al cabo de un gran madero; y preguntóle un pasajero una vez por el camino, y alzó un timón de una carreta y “por allí va”, dijo, señalando con él».

Página del manuscrito original de la Miscelánea de Luis Zapata (siglo XVI) donde se narra la proeza del arado realizada por Alonso de Céspedes

Retrato de Alonso de Céspedes, por Juan de Noort (1647) Biblioteca Nacional de España

Para rastrear esta legendaria prueba de fuerza debemos desplazarnos al cantón suizo de San Galo, donde vivió al «fuerte Zahner», cuya memoria se conserva en las Sagen des Kantons St. Gallen [Leyendas del Cantón de San Galo], publicadas por Jakob Kuoni en 1903. La leyenda titulada «Der starke Zahner» [El fuerte Zahner] narra la proeza de este hombre: «Durante el mercado de otoño, dos pastores de Toggenburg llegaron al pueblo para desafiarlo a una prueba de fuerza. Al ver a un hombre arando la tierra, le preguntaron: “¿Podría decirnos dónde vive el fuerte Zahner?”. Él respondió: “Claro, claro”, levantando el arado con una mano y señalando hacia su casa. Ante semejante demostración de fuerza, los pastores se retiraron humildemente».

Edición original de la leyenda suiza publicada por Jakob Kuoni (1903)

El área de difusión de esta leyenda se extiende aún más hacia el norte. En Dinamarca, durante la primera mitad del siglo XIX, vivió Niels Kristian Iversen (1772-1858), apodado «el forzudo de Kaastrup» y famoso en toda la región por su fortaleza física. Según refiere el folklorista danés Evald Tang Kristensen en su obra Gamle folks fortaellinger om det jyske almueliv, som det er blevet ført i mands minde [Antiguos relatos de la vida campesina en Jutlandia tal y como se conservan en la memoria de los ancianos] (1891): «Un día, dos hombres llegaron caminando desde Dover con la intención de probar sus fuerzas frente al forzudo de Kaastrup. En las afueras del pueblo se encontraron a un hombre arando en el campo y se dirigieron a él para preguntarle donde vivía el forzudo de Kaastrup. El hombre, sin mediar palabra, desenganchó los caballos del arado y con una mano levantó el arado señalando una granja: “Allí vive”, dijo. Ante tal demostración de fuerza, los forasteros no insistieron en hacer más preguntas y se marcharon de inmediato».

Edición original de la leyenda danesa publicada por Evald Tang Kristensen (1891)