El pasado domingo, 29 de enero, tuvo lugar una doble celebración en Santo Adriano de Tuñón. A partir de las 16h, el templo prerrománico, que cumplía 1126 años, abría sus puertas para recibir a todo aquél deseoso de comprobar el buen resultado de la restauración de las pinturas y para participar en la Misa de Gaita, que pondría la guinda a esta tarde tan especial.

Desde el nártex ya se podían admirar las pinturas del presbiterio, abundante y cuidadosamente iluminadas. Llorián García Flórez realizaría una pequeña introducción sobre la Misa de Gaita, instando a una escucha más participativa y aludiendo al carácter funcional de la música. A continuación, los oficiantes (presididos por el vicario general, Jorge Juan Fernández Sangrador) ocuparían sus puestos; a contraluz, en la parte izquierda y delantera del altar, ya en el crucero, vislumbramos a la cantante de asturianada Mari Luz Cristóbal Caunedo, y al gaitero ya citado. Casi en la sombra, pero con una presencia contundente y materializada en un sonido cálido, la gaita en do arranca con la Marcha procesional de Belmonte.

Mari Luz Cristóbal Caunedo y Llorián García Flórez en Santo Adriano de Tuñón

La iglesia estaba abarrotada de gente que iba calmando su expectación según se sucedían las partes de la misa, creciendo la emotividad, casi en proporción inversa. En el Kyrie y el Gloria, los melismas de Mari Luz dialogaban con la gaita en la de Llorián, de timbre aterciopelado y dinámicas sutiles. En contraposición, los entemedios serían interpretados de forma más agresiva y con un vibrato más marcado. El Himno de Asturies en la Consagración, sumado a las palabras de los oficiantes, emocionaría a una congregación agradecida.

En ningún momento se dejó de recordar el motivo de la reunión, referente a la restauración de la iglesia prerrománica y al cuidado del patrimonio en general. En primera fila, las autoridades, a destacar, el consejero de Educación y Cultura Genaro Alonso, la directora general del Patrimonio Cultural Otilia Requejo, y el alcalde de Santo Adriano, Juan José Álvarez Fernández.

Sin olvidar a los restauradores Luisa García y Eduardo Mendoza, resulta imprescindible el papel de los habitantes del pueblo, como Fina Alonso, que se dedicó a cuidar de la iglesia durante años. Fina recalcaba que parte de la conservación del edificio depende de una actividad ritual asidua. Del mismo modo, la Misa de Gaita, Bien de Interés Cultural desde 2014, precisa de ser interpretada para su mantenimiento. Cuando se airea el patrimonio, ya sea en sentido metafórico o literal, y se participa de él, se le está dando vida, aludiendo a su uso y función, como ocurrió el pasado domingo en este pueblo asturiano de unos 250 habitantes.


Texto y fotos de Toya Solís